Liminal es una palabra que se ha puesto de moda en los últimos años, y aunque no deseo ser otro sujeto más que la usa mal, siento que describe muy bien el paso al nuevo milenio. Si bien yo no nacería hasta un año después, el 2000 es inquietantemente transicional (liminal, pues) y aunque hayan pasado más años entre el 2000 y el 2024 que entre el 2000 y 1980, estos últimos se sienten más distantes entre sí que los primeros.
Doom ciertamente no inventó el shooter en primera persona. Ni mucho menos la primera persona, pero si marcó este género como casi ningún otro juego en su historia.
En una discusión acerca del Playstation 2, surgió como casi siempre lo hace en estas discusiones el tema del mejor o mejores juegos de la plataforma. Yo dije, medio en broma, medio en serio, que ese título le pertenecía a King’s Field IV. Una de las respuestas que recibí fue: “¿En su tiempo? Probablemente. ¿Hoy? Ni de broma.”
El género puzzle es uno en el que debería adentrarme más. Picross 3D, un juego sencillo de la Nintendo DS, me ha puesto a pensar en cómo nos acercamos a un puzzle, qué pensamos de él, y, lo más importante, lo que sentimos al solucionarlo.
Hace un tiempo eglot, un cliente LSP (Language Server Protocol) fue introducido al núcleo de emacs, convirtiéndolo en más o menos el cliente de LSP oficial de emacs, para la desgracia de lsp-mode. Me gusta eglot, es fácil de usar, configurar y simplemente funciona, y su integración con otros paquetes y componentes de emacs como company y flycheck no tiene roces. Pero, si hay un aspecto con el que emacs ha batallado, ese es, en mi opinión, el debugging.